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domingo, 11 de marzo de 2012

LAWRENCE OATES EL EXPLORADOR QUE SE SACRIFICO POR SUS COMPAÑEROS.

Vale la pena recordarlo ... ejemplo de vida...


"Sólo saldré y puede que me demore un poco". 


Con estas palabras, el capitán británico Lawrence Oates, explorador de la Antártida, emprendió su camino a la muerte hace 100 años a la edad de 31 y encontró su lugar en los libros de historia.


¿QUIEN FUE?


El capitán Oates es recordado por su acto de sacrificio, cometido porque creía que estaba atrasando a los demás.


Fue uno de cinco hombres que perdieron la vida cuando trataban de regresar de la desdichada expedición de Robert Falcon Scott al Polo Sur en 1912.


Oates nació en una familia adinerada, aunque se dice que tenía un comportamiento humilde que lo hacía popular con la mayoría de la gente que conocía.
No pudo aprobar los exámenes necesarios para integrarse al ejército y en cambio se unió a un regimiento de la milicia. Pero más tarde, para su inmensa alegría, fue destacado al sexto batallón de Dragones del ejército británico.


Ahora la Galería Oates -una exhibición en Selborne, Hampshire, en el Reino Unido, que se inauguró este sábado- trata de revelar al hombre detrás de aquellas famosas y últimas palabras.
Mientras la exhibición se preparaba para abrir, el segundo piso de la casa del naturalista del Siglo XVIII Gilbert White en el tranquilo pueblo de Hampshire parecía una colmena por su actividad.

El primer piso está dedicado al aventurero nacido en Putney, en Londres, y educado en el exclusivo colegio inglés de Eaton: las fotos de su niñez y sus días como militar se combinan con imágenes tomadas por Herbert Ponting en la misión a la Antártida hace un siglo
El mayor general Patrick Cordingley, coautor de una biografía del capitán Oates dijo que el cuerpo nunca se encontró, era "un hombre común y corriente que se volvió extraordinario por las circunstancias que enfrentó al final de su vida".
El mayor general Patrick Cordingley, coautor de una biografía del capitán Oates, tuvo cuidado en asegurarse que los zapatos del aventurero -entre los pocos artículos salvables de la carpa congelada donde se hallaron los demás cadáveres- fueran desplegados en una posición prominente.
En marzo de 1901, durante la Guerra de los Bóers en Sudáfrica, rehusó a dar marcha atrás ante una emboscada. En cambio, envió el mensaje: "Vinimos aquí a pelear, no a rendirnos".

1910: Se unió a la expedición del capitán Scott a la Antártida
 Una bala enemiga le destrozó el muslo, dejándolo cojo y con una pierna más corta que la otra. Esta lesión le causaría más dolor hacia el final de su vida, cuando el frío antártico intensificó el efecto de sus heridas.

"Sus últimas palabras son típicas. Era su manera de decir adiós sin llamar mucho la atención a lo que realmente estaba haciendo. Murió para que ellos tuvieran una oportunidad de vivir".



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